Zapatos viejos, cuando distinto es. Abro los ojos he intento ver con los tuyos, siempre me fue difícil estar en otra posición y a la vez me fue más fácil atravesar la orilla y esperar.
Desde aquí, veo como pasa aquello que llamamos tiempo, eres una adolescente, pero no dulce. Sólo adoleces de la paciencia que llega con aquello que llamamos tiempo.
No callas y eres esclava de lo que dices, no callas, no escuchas, no hablas. Me contradigo pero es que en verdad no dices nada. No quieres armar un plan, y estoy de acuerdo en qué no quieras que te impongan uno.
Quien te mira? Alguien nos sigue? quien nos escucha? Adolecemos de la fortaleza de tener sueños, no sigues uno porque no se siguen las sombras. Ellas te siguen.
A veces hablo más de la cuenta, es que, a veces pareciera que las palabras lograrán cambiar el curso. Aún creó en ello. De repente me escuchas y te escucho y podríamos entendernos.
No logro entenderte, tal vez no pueda.
Crees que la tengo fácil, yo también tengo demonios. Ellos atacan al llegar el alba. Y siento miedo y tengo frío. Es tal vez esta noche la última de nuestras noches tranquilas. Ya lo escucho, ya se siente. Tras esta noche calmada, en la que ninguno ha medido sus palabras se está sellando la suerte.
Llevo dos lunas llenas sin dormir, hasta parece que todos los días son lunes.
miércoles, 27 de febrero de 2013
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