jueves, 27 de julio de 2017

¿Realmente pensamos en el mundo?

Calma. tensa calma. Serenidad y vacío.

mundo hipocritaEs cierto, adivinar esa tendencia al perfeccionismo. Es curioso, hablemos de casualidades, hablemos de esos instantes en los que necesariamente debemos ser racionales, esos fugaces momentos en los que nos ponemos serios y pensamos en el mundo.

¿Realmente pensamos en el mundo? Un montón de frases de individualismo, seguidas por esa aura de socialismo moralista, de cuidado del planeta, de humanidad pura. Ja, y que diablos significa todo ello.

Envueltos en un mundo que gira por la vanidad. ¿Me veo más interesante? ¿Más atractiva, menos banal y más seria? ¿Es todo esto que compartimos lo que nos define, creencias realmente nuestras? ó solo un cumulo de pensamientos de alguien más. 

¿De dónde sale tanto odio? ¿De dónde salió tanto nacionalismo? ¿Cuándo nos hemos unidos para causas nobles? Llenos de ganas de matar, porque no solo se muere cuando hieres al cuerpo, es peor, cuando es el alma la que muere. 

En la era de los copycats, de los tweets, los selfies y los likes. Esclavos de un mundo virtual, lleno de veneno y carente de espíritu. En la era de las comunicaciones que dejamos, lo último que hacemos es comunicarnos. 

A un ritmo, donde conocernos no nos interesa. Comemos dos o tres titulares al día y una sarta de sandeces de gente que jamás hemos visto (a Dios gracias). Vivimos pendientes de opciones, de más. ¿Más que? ¿más para que?, si además son muy pocas las personas genuinas, las personas capaces de sorprendernos, los universales, los sensibles, los mágicos. 

Claro que también son muy pocas las personas interesadas en sorprenderse. La mayoría como masa, moviéndose solo por los estereotipos dictados, y por los titulares.

Hablemos de farándula y del triste matrimonio que se acaba, como si miles de matrimonios no se acabaran en el mundo a diario. Al respecto, de pronto, deberíamos hablar del porque en esta sociedad moderna somos menos capaces de comprometernos idílicamente para siempre. Y la respuesta esta tal vez en las líneas anteriores, en las múltiples opciones y las ganas de seguir buscando, en la esclavitud que nos impone internet, y nuestra era social, que dé social solo tiene el nombre.

Y volviendo a cuanto pensamos en el mundo, entre nuestro trabajo, la red y la nada, la triste respuesta queda abierta. 

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