Sentada en la acera, esperando que el tiempo no corra tan deprisa, que se detenga por este instante en que te siento cerca y nada más importa. A un lado de mí, esta noche, solo se encuentra esa sobriedad que siempre tengo y que solo está a flor de piel, y la de adentro, la que te quiere comer a besos, la que no te desea y te desea a la vez.
No he mirado el cielo, no sé, si me estrella me aguarda esta noche, se quién soy, que existo, que en algún lugar del tiempo escogí un camino, y las ideas se confunden y se difunden. Ya no te quiero asustar soledad, no creas que me enamore de ti, tal vez ni siquiera el amor exista. No se trata de eso, nuestra relación, es mucho más que eso.
Y me siento extraña, hablándote como si supieras de esto, yo se que te burlas de mí, yo sé que no estás en la acera pensando en mi. Y la noche se acaba y no va a volver y este instante en el que me abrazas, y los corazones se aceleran y las cartas puestas sobre la mesa son solo eso, cartas que el viento hará volar. No importa nada, no quiero que llegue ese siguiente minuto.
Te vas soledad, esta noche abandonas mi casa para siempre, te vas, pero fui yo, quien empaco las maletas e hizo planes de viaje, te descuidaste, entorpeciste, y vienes ahora a buscarme y a suplicarme que te prefiera a ti, si todo estaba claro y dicho, si tu sabes, que te llevo en el alma, pero ya nunca más te tendré en la piel.
viernes, 15 de julio de 2011
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