Me gustaría contarte tantas cosas, besarte, abrazarte,
Sentirte al menos por
equivocación, por un instante.
Yo sé, hay cosas que sólo la
mirada puede decir entre tú y yo.
Yo también siento cuando
recorres mi cuerpo y examinas cada poro hasta el más oculto de mi ser, yo
también lo he intentado a veces.
No sé quién prohibió este
encuentro de dos cuerpos que simplemente quieren ser.
Pero me obligo cada noche y me
guardo, lo guardo, me recorre el agua fría, y tú, y tu solo me miras. Soy el
error en tu vida perfecta, soy el caos, el desorden, la pasión, la luz, la vida
que te falta y que me falta.
No sabes cuánto necesito de tu
chispa, de tu gracia. No sabes cuánto necesito que me abraces fuertemente y me
digas que todo está bien, porque en esos instantes todo está bien.
Aquí, sólo hay instantes
compartidos, fugaces recuerdos de una vida pasada y a veces solo a veces
añorada (añoro los instantes junto a ti).
Aquí, sólo quedan esos restos
de pasión que no recuerdo, instantes que me niego fueron dignos de pasar,
fueron míos, fueron, fueron.
Aquí, sólo aquí, un poco más
vieja y maquillada, un poco más digna, menos cierta he inocente, menos niña y
menos fuerte. Más capaz y más ausente, marcada por lo que fue y mi presente,
con el corazón en pedazos, el alma en una astilla y clavan las puntillas que no
puedo controlar.
Cansada, fatigada, llena de
ganas, de vida y de historias que contarte bajo la tarde naranja y las
estrellas del parque que conociste alguna vez.