© Photographer: Bethbee | Agency: Dreamstime.com
La luna asomo su cara ya en la tarde cuando los niños ansiaban verla allí. Ella redonda, pasó a alumbrar aquella oscura y fría noche. En especial alumbraba a aquel pobre, lánguido y desnutrido niño que miraba a través de la vitrina del almacén de la calle 34. Del otro lado unos panes, un osito, una linda patineta, un gran corazón rojo rellenó de rica crema de fresa y un enorme vidrio que distanciaba aquello de la calle.
Aquel niño no tendría más de siete años, según las
estadísticas no lograría vivir el doble de su edad, trágicamente estaba
condenado a morir.
No muy lejos de allí, se hallaban miles de niños
como él, que en la soledad de la noche solo se atrevían a soñar, porque soñar
era lo único que realmente poseían.
Transcurrido
un largo rato una lucecita más lúcida que las otras alcanzó a dislumbrar el
pequeño. Era una hoguera en el fondo de un callejón, junto a ella una niña del
doble de su edad junto a un niño de su edad, que quemaban sus tristezas en esa
última llamarada antes de Navidad."21 de diciembre 1999"
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