Vamos a hablar claro, me gusta la melancolía. Y todo lo que me
trae a ella, como un viaje.
Los días de nubes
bajitas, grises, poco soleados.
Me gusta el sonido
de la lluvia, los rayos, las estrellas. La música para cortarse las venas, de
ritmos lentos, de historias con finales sinceros, finales reales.
Me gusta el olor
de la tierra mojada, las huellas en la arena, ver vibrar las cuerdas de mi
guitarra vieja. Aun que hace mucho tiempo olvide como tocarla.
El sol de los
venados, la brisa sobre mi cara, estar sola. Las calles de la Candelaria o de Usaquén.
las iglesias viejas, esas que están pintadas de blanco, y tienen portones de
madera.
Las miradas
profundas, esas que sabes que no te están mirando a ti, que están mucho más allá.
Me gustaban las
arepas de mi abuela paterna, y el arequipe de mi abuela materna. Y todas esas
tardes en las que intentaron sin éxito pasarme la receta.
Me gustan las lágrimas
que en este instante caen por mis mejillas, porque aún estoy viva, a veces
siento.
Me gusta esta
jodida mañana, viajar en carro (solo si conduce papá). Me gusta la melancolía,
y creo que por eso me gusto yo también
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